Las Células Madre Hematopoyética (CMH) son, con diferencia, las mejor conocidas de las células madre adulta. Se define como aquellas capaces de repoblar a largo plazo todos los linajes hematopoyéticos cuando son trasplantados a receptores sometidos a un tratamiento mieloablativo que permita su injerto en humanos adultos las CMH se encuentran fundamentalmente en la medula ósea (MO) con una frecuencia relativa de 1 entre 10 células nucleadas. Aunque quedan muchas lagunas por conocer, y de hecho aun no es posible su identificación ni su aislamiento de forma prospectiva con una certeza o pureza absoluta, los últimos años han sido pródigos en veces relativos a su caracterización y aplicaciones clínicas.
En
cuanto a sus aplicaciones las células madres embrionarias fueron las
primeras en ser trasplantadas con éxito hace más de medio siglo.
Inicialmente solo podía obtenerse a partir de las medula ósea, pero
actualmente se obtienen mediante un proceso mucho menos traumático
llamado aféresis, tras ser movilizadas a la sangre o, más
recientemente, a partir de la sangre del cordón umbilical. Los
trasplantes hematopoyéticos han salvado miles de vida de pacientes
con hemopatías malignas y enfermedades hereditarias. Otra potencial
aplicación de las células madre hematopoyéticas es la inducción
de tolerancia inmunológica. Finalmente, las células madre
hematopoyéticas constituyen una diana excepcional para la terapia
genética, y no es casualidad que los dos primeros éxitos de esta
joven disciplina estén basados en células madre hematopoyéticas.
- Trasplantes hematopoyéticos
Los
supervivientes a largo plazo de trasplantes hematopoyéticos
alogenicos han constituido durante casi medio siglo la prueba más
palpable de la existencia de células madre hematopoyéticas adultas,
y concretamente el hecho de encontrar en su sangre células de vida
media corta derivadas del donante, décadas después del trasplante.
Existen
dos tipos de trasplantes, auntólogos y alogenicos, en función de si
las células trasplantadas proceden del mismo individuo o de otro
distinto. A esto habría que añadir los xenogenicos, si las células
trasplantadas proceden de otra especie distinta, aunque estos solo se
han realizado de forma experimental. Durante muchos años la medula
ósea constituyo la única fuente de células hematopoyéticas para
el trasplante, pero a raíz de la observación pionera de la
existencia de células madre hematopoyéticas en sangre periférica
de ratones por Goodman y Hodgson, y tras comprobarse que las células
madre hematopoyéticas podrían ser movilizadas de la medula ósea a
la sangre periférica mediante quimioterapia y/o factores de
crecimiento como G-CSF, a partir de los años 90 se popularizaron los
trasplantes de progenitores hematopoyéticos movilizados a sangre
periférica, de forma que en la actualidad los trasplantes de células
movilizadas de sangre periférica han desplazado en gran medida a los
de medula ósea.
Las
principales aplicaciones de los trasplantes son las hemopatías
malignas, aunque también se han utilizado en algunos tumores
sólidos, y en un buen número de enfermedades hereditarias que
afectan a células hematopoyéticas:
- Leucemias
- Leucemia linfoblástica aguda (LLA)
- Leucemia mieloide aguda (LMA)
- Leucemia linfática crónica (LLC)
- Leucemia mieloide crónica (LMC)
- Leucemia mielomonocítica (LMM)
- Linfomas
- Enfermedad de Hodgkin
- Linfomas no-Hodgkin
- Mieloma múltiple
- Síndromes mielodisplásicos (SMD)
- Tumores sólidos
- Sarcoma de Ewing
- Neuroblastoma
- Carcinoma de células renales
- Tumores cerebrales
- Enfermedades por depósito
- Adrenoleucodistrofia
- Síndrome de Hurler
- Enfermedad de Krabbe
- Leucodistrofia metacromática
- Síndrome de Maroteaux-Lamy
- Anemia aplásica
- Inmunodeficiencias primarias
- Inmunodeficiencia severa combinada
- Síndrome de Wiskott-Aldrich
- Enfermedad granulomatosa crónica
- Otras enfermedades hereditarias
- Anemia falciforme
- Anemia de Fanconi
- Osteopetrosis
- Talasemia
En
el caso de las hemopatías malignas, la base racional del trasplante
hematopoyético depende de si es autologo o alógeno. En el primer
caso se perdigue la eliminación de los clones malignos mediante
quimioterapia dosis elevada. En estos pacientes el trasplante debe
realizarse para rescatar su hematopoyesis de una aplasia
potencialmente mortal, y no se busca un efecto del injerto contra el
tumor.
Tras
los trasplantes autólogos el implante suele ser rápido y no suelen
producirse complicaciones inmunológicas, si bien tienen como
inconveniente una mayor tasa de recaídas de la enfermedad de base.
En los trasplantes alogénicos, además de eliminar el máximo número
de células malignas mediante la quimioterapia también es decisiva
la aloreactividad, es decir, la respuesta por parte de las células
inmunitarias del donante frente a las malignas del receptor, el
llamado efecto “injerto contra leucemia o contra tumor”, que en
muchos casos llega a erradicar las células malignas y se asocia a
una menor tasa de recaídas que en los trasplantes autólogos. Sin
embargo, la otra cara de la aloreactividad, muchas veces indisoluble
del efecto antileucémico, es la respuesta inmunitaria frente a
antígenos presentes en otro tejido del recepto, lo que clínicamente
se traduce en la llamada enfermedad del injerto contra el huésped,
una enfermedad que puede llegar a ser invalidante y mortal. Otra
limitación de los trasplantes alogenicos es la necesidad de
encontrar donantes histocompatibles adecuados, solo disponibles en
aproximadamente un tercio de los casos.
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